Me comí el garrón, la estrella, la masita, un auto, dos esposas, dos hijos, mamá, una casa.
Me devoré y renací enano, enteco, poderoso; me comí la llanura, el cielo de patio, los recuerdos, la piedad, los dioses…
Me tragué la dictadura, los mandados, el jefe, el compañero, tu rosa, los apretados pasos del niño que fui y no llegó a alcanzarme.
Mordí la luz y estaba sucia, límpido el abismo, remota la palabra…
Merendé con mi padre muerto en el jardín del sueño, por el pasto con oscuros tapados subían amables animales, educado para comer el papi, requeteserio.
Me fui zampando los años de la jubilación, la inspiración, a grandes tragos.
Pecados de juventud, debilidades completando las vísceras, iba mirando si había más en la mesa, en la cama, los bares, la renuncia (para otros había más o más o menos…).
Me comí los cigarrillos, el alcohol, la vanidad, la envidia, la arrogancia, tus ojos en el agua abiertos, el verbo divino, la razón, el diablo.
Rechiné los dientes por la vacía biblioteca, esa que alimenta el murmullo del plagiario, el desprecio del genio contrariado, página tras página se aflojó el canino, los dedos, la birome…y engordé.
Según la época chupaba al dorso de corretajes, changarines, lumpenes, sopa salada, vino muerto…La fonda, el mantel de hule metafísica del deseo eran; toda existencia un cucharón de lata.
Cenar café con leche, dos bizcochos, naranjas y la simétrica luz entre verdad y parodia.
Morfé, engullí tres hermanos, la tía, la abuela, los empleos, seguí liviano…la luna roída como un queso de cuento, el sol vuelto un caballo mancarrón, mi mortadela ¿y qué? fuiste mejor? ¿No eras vos el que dormías lascivo sobre la tendida mesa de lo santo? no eras la que prodigabas el cuerpo a la devoración de los espejos?
¿Ves como trabaja tu cuerpo contra vos y no obedece a nadie?
Me comí la espera, la llegada, la sorna de la mejor promesa.
Llenarse la boca y no poder tragar.
Traigan la pócima de la decencia, el breve tenedor de la pureza que después del sufrimiento vino el apetito y traigan los culpables así compruebo parecidos entre la codicia y su paisaje.
Traigan a los que me señalan la panza, la remera corta con la ternura de su satisfacción, así les explico mi turbia transparencia, los metros de su sombra.
¿Hasta cuándo estamos allí huesos, arterias, piel, cabello? ¿Quién, qué nos llama antes o después?
Era tan flaco, me llevaba el viento…estuve atento, mandé piedras al corazón, la tripa y ahora no, no me carga nadie…llamen a las zapatillas de la tienda del pueblo, llamen un taxi.
Consumí 50 años y no volví a encontrar el rayo sobre el agua.
Vino el morir abrí la boca y ahora duerme adentro, me desayuna, es feliz.
La muerte gran gourmet ¿no te probó? ¿No te miró a trasluz como a una pera fresca? ¿No? Acaso no tengas buen sabor, buen aspecto, buen dolor.
Me tragué los amigos, las novias, la infancia, el polvaredal, el cabotaje… ¿De dónde llega algo y hace un cuerpo?
¿Cómo aparece esto que no somos, su constancia, su ausencia de nosotros?
Me comí los ’60, los ’70, los políticos, los testigos; tragué el martini, paladeé el bombón, la ruta 9, la estética, los sabedores…
Entre ese valle de lágrimas y el lado oscuro de la luna mi cuerpo es otra esponja que olvidaron.
Soy el hombre pozo, cayó Dios, el himno, la cloaca, me taparon con chapas, con ramas, con escombros pero allá en el fondo ni yo ni nadie sabe de qué está hecho el raro corazón, los otros días.
Cómo aguantan las rodillas, la garganta, el aire entre los huesos. Cómo asomarse y zurcir las apetencias.
Poner la cara, poner el pecho, poner el culo…andar bien rengo.
Gordo, desprolijo, insular, a la jornada saco 120, lo mando a vivir, lo uso, lo perdono.
jueves, 1 de julio de 2010
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Pues quienes hemos (res)catado tu mirada insólita, nos apuntamos para repetír tal banquete de infinito. Tu masa es inmutable, tu peso es reclamo de una tierra, ávida de aprehenderte..
ResponderEliminarBesos de dieta.
ahhhh,bueno...la vida casi siempre es un poco más (de menos)...eli,abrazos
ResponderEliminarte felicito, al leerlo senti esa sacudida o vibracion de los escritos que absorben los sentimientos de nuestra esencia o ser y lo transmiten con gran maestria...
ResponderEliminarun beso
a sus pies Señor Poeta
ResponderEliminarha hecho usted mi día
tengo ganas de aprenderlo de memoria para poder recordar la belleza
Querido Alejandro, voy atrasada en los comentarios, perdón ... de todos modos sabes cuáles son las huellas que tus palabras me dejan. Lo sabes, no?
ResponderEliminarSeñor de los 120 kilos! por llevar dentro tantas estrellas, palabras, sueños, hachazos, dolores, llantos, risas tibias y tanto amor por todo y por todos.
Necesito que estés siempre cerca!!!
Abrazos!