DESPIDIÉNDOSE DE UN AMIGO
Azulados montes cruzaban la muralla del norte,
transparentes aguas circundan la ciudad por oriente.
Aquí es donde debemos separarnos,
hierbas solitarias se esparcen por doquiera.
Nubes flotantes,pensamientos del viajero,
sol poniente,sentimientos del amigo.
Agitamos las manos cuando nos despedimos,
y relinchan nuestros caballos mientras nos separamos.
DESPEDIDA ALLENDE LA GARGANTA DEL JING MEN
Cruzamos distantes del Jing Men
para llegar a la comarca de Chu.
Las montañas se extinguen en hoscas planicies,
el río penetra entre vastas estepas.
Cae la luna: espejo que navega por el cielo;
se alzan las nubes: torres nadando por el mar.
Hondo sentimiento el de las aguas del terruño natal,
a través de diez mil leguas,despiden a mi barca.
PASEO EN SUEÑOS POR LA MONTAÑA MADRE DEL CIELO : CANTO DE DESPEDIDA
Es difícil creer en la isla Ying,según cuentan de ella
los navegantes,
entre vaporosas olas y distancias sin cuento,
pero puede verse a la Montaña Madre del Cielo,afirman
los hombres de Yue,
entre nubes resplandecientes y luces que se extinguen.
Se extiende hasta el cielo cerca del Estanque Celeste;
supera en majestad a las Cinco Montañas y cubre la
Muralla Escarlata.
La Terraza del cielo,a quince mil metros de altura,
se reclina frente a ella hacia el sudeste.
Anhelé,por ello,soñar con las tierras de Wu y de Yue
y cierta noche de luna crucé volando a través del
Lago del Espejo.
La luna en el lago proyectaba la sombra de mi vuelo,
que alcanzaba hasta el torrente de Shan,
donde aún hoy se yergue la morada del Duque de Xie.
Las transparente aguas fluían ondulantes mientras daban
de gritos los monos.
Con los zuecos del señor de Xie
ascendí por la escalera de nubes azules.
A mitad del barranco,vi despuntar el sol sobre los
mares
y en vacío escuché el canto del Gallo del Cielo.
Entre mil despeñaderos y miríadas de vueltas,a través
de senderos imprecisos,
por la inundación de flores preciosas y piedras extrañas,
llegó de súbito la noche.
El bramar de los osos y el canto de los dragones
estremecían el pétreo manantial
haciendo temblar los bosques profundos y asustando
a los acantilados.
Las nubes azules se adensaban
y las aguas ondulantes exhalaban vapores.
Los relámpagos y los rayos
destruyeron los montes,
y con gran estrépito se abrió
el portón de piedra de la Caverna del Cielo.
No podía percibirse la hondura de la vasta y densa
oscuridad
mientras el sol y la luna destellaban en la terraza de
oro y de plata.
Con mantos de arcoíris y corceles de viento
los moradores de las nubes descendieron en gran número.
Con los tigres que tañían las cítaras y los fénix que
conducían sus carrozas,
los genios se alineaban como cañas.
De pronto,con el alma embargada y el corazón palpitante,
desperté empavorecido,me levanté y suspiré largamente
solo que,al despertar,mi almohada y mi estera
perdieron aquel mundo de vaporosa aurora.
Igual ocurre con los goces humanos;
desde siempre todas las cosas son aguas que fluyen
al oriente.
Al dejarte, ay, ¿cuándo he de volver a verte?
por el momento abandonaré al ciervo blanco en el
desfiladero,
cuando lo cabalgue he de visitar montañas legendarias.
¿Cómo podría yo servir al poder y al dinero?
Ambos aniquilarían por completo mi dicha.
de El bosque de las plumas,edición de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima,1999, versión de Fernán Alayza Alves-Oliveira y Ricardo Silva -Santisteban
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