sábado, 13 de marzo de 2010

El oro de Rousseau


Necesito goces puros y el oro los envenena todos.[...]Sólo me gusta lo que no pertenece más que al primero que sabe gozarlo.
El oro nunca me ha parecido tan precioso como se supone.Hay más;nunca me ha parecido muy cómodo;por sí mismo para nada sirve;para gozar de su posesión es preciso transformarlo;hay que comprar,regatear,verse engañado muchas veces,pagar bien para ser mal servido.Quisiera una cosa buena por su calidad:con mi dinero estoy seguro de obtener la mala.[...] Descendería a los más insulsos detalles si explicase el engorro,la vergüenza,la repugnancia,los inconvenientes y disgustos de todo género que he experimentado en el empleo del dinero,ya fuese para mí,ya para otra persona.[...]se comprenderá fácilmente una de las pretendidas contradicciones de mi carácter:la de reunir una avaricia casi sórdida,al mayor desprecio del dinero.Es para mi un mueble tan molesto que ni aún me atrevo a desear el que no tengo,y cuando lo poseo estoy mucho tiempo sin gastarlo por no saber emplearlo a mi gusto;pero cuando se presenta ocasión agradable y oportuna,la aprovecho de tal modo,que mi bolsa queda vacía sin que yo lo note.Pero no se hallará en mí ese defecto de los avaros que consiste en gastar por ostentación;al contrario, lo hago secretamente y para recrearme:en vez de gloriarme de ello,lo oculto.Estoy tan penetrado de que el dinero no se ha hecho para mi uso,que me avergüenzo de tenerlo,cuanto más de servirme de él.Si por ventura hubiese tenido una renta suficiente para vivir cómodamente,de seguro que jamás hubiera tenido la menor sombra de avaricia;disisparía mi renta por entero sin pensar en aumentarla:pero me tiene con temor mi situación precaria.Adoro la libertad,y aborrezco la molestia,la fatiga y la sujeción. [...]El oro que se tiene es instrumento de libertad;el que se busca lo es de servidumbre.He aquí por qué lo encierro y nada codicio sin embargo.
Mi desinterés por tanto no es sino pereza;el gusto de poseer no vale el trabajo de adquirir;mis disipaciones misma no son más que efectos de la pereza;cuando se presenta oportunidad de gastar a satisfacción no puede aprovecharse demasiado.Menos me importa el dinero quer los objetos,porque entre aquel y la cosa deseada siempre se halla un intermediario;mientras que entre el objeto y el que lo desea no existe nada.Veo el objeto y me tienta;pero si no veo más que el medio de poseerlo ya no lo deseo.

de Las Confesiones -Jean Jacques Rousseau (1712-1778) - Ediciones Conaculta Océano,México,1999

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