La vehemencia, el fervor, lo afirmativo, la fe, las
intuiciones , lo rotundo procaz, la persistencia
Como si nacer al mundo fuera un “debate” y no algo que
ocurre entre sangre, lágrimas, gemidos (y un golpe de luz en esos ojos
nuevos, ciegos)
o morir fuera un “proyecto” y no dolor, sorpresa, un
miedo o un misterio
Prefieren los chistes, la paz, la omisión, la máscara.
Temen el grito, y aquello, lo patético;
creen que el hombre es eso un hombre y la mujer es eso una
mujer y así la infancia, la senectud,
el otoño, como si fuéramos cosas, programas o manuales y no pedazos de estrellas
rodando en el desierto.
Los soporté toda la vida
los vi medrar de sus temblores, arrimarse, arrinconarse
en la excusas, caer, hacer caer
son los entusiastas del “modesto”
aman a los que “sufren” la injusticia,
exclaman ¡cuidado!
cuando alguien levanta la cerviz sin su permiso
practican el acallamiento,
conspiran en rincones ,desteñidos,
les escandaliza el mérito, la voluntad
de los talentos.
Les molesta la luz
el viento
las sórdidas verdades
el poderoso, el pobre
lo demasiado vulgar
lo extraordinario
jamás los socorre
la carcajada
el ridículo
la apuesta
les gusta consultar
prefieren garantías
son público profesional y
nota al pie
mano con guante
escriben su receta, se buscan, se consuelan
y cuando
por azar
o lluvia
les toca defender
una raíz
una palabra sola
cambian de pastilla
prometen
se retiran.
Eduardo Galeano, Joan Manuel Serrat y yo y unos cuántos otros, Alejandro, compartimos tu modo de padecerlos y describirlos.
ResponderEliminarRolando
*
Insoportables, todos ellos.
ResponderEliminarSaludos
J.
es muy cierto, les molesta lo extraordinario.
ResponderEliminarale, que bueno es leerte! gracias!!!