domingo, 29 de enero de 2017

hacia una fenomenología





como silencio adentro del agua
duramos en cada capítulo de la novela nacional

estolidez marchita
penuria acariciada con rumores

salud reino hiperbóreo!
marchantes!

se nos antoja algo poderoso
día a día
acaso ese granito crecido tras montañas

debemos llegar
muy
solos
aventureros!


la última escafandra se rifa entre vacantes.

lunes, 23 de enero de 2017

Sombras de la literatura argentina






Vírgenes al fin de mares presocráticos
No vendrán niños
No escucharan los cantos


domingo, 15 de enero de 2017

hay un orden y está en el cielo



algunos necesitan un trabajo para sentir que controlan la vida
algunos escuchan voces y obedecen
voces y se intimidan
algunos crecen silenciosos como plantas nocturnas al lado de las vías
algunos odian quedarse porque mantienen la ilusión del espacio

hay un orden y está en el cielo

algunos se retractan
algunos se destacan
todo es luz
no importa
es luz
en los cementerios
en los consistorios
en lo desdentado
en lo consultado
es la luz
Señora de impiedad
Señora de impropiedad

en algún momento lo azul, el jazmín, lo dulce, la música, los dibujos,
el afecto llegado
el ahora
los trabajos
fueron la sensación de algo mirando para aquí

ciego es el ángel porque nace en piedra
porque nace en la pena
porque nace
después de grandes noches
con el perro de Dios

algunos necesitan perder
algunos necesitan confusión

muchos recurren al cuenta pasos
convencen su memoria y actúan de implacables

algunos creen en el consuelo
algunos traen lo que se llevan
abandonan su cuervo al calendario

algunos son la nieve
algunos prefieren
otro piano
la contraseña
los contratos

está bien
las playas llegan al espíritu
muestran
la debilidad del fuego
está muy bien
y cuando descansamos
y cuando interpretamos
mantengamos la expectativa del infierno

algunos necesitan el descanso para cobrar la usura de lo extinto
algunos se confiesan con un juez ausente

muy pocos
muy pocos
todos los días
todos

arrojan el anillo o la corona
a esa eternidad que conocemos
más tarde que temprano

hay un orden y está en el cielo


INVIERNO PARA BEBERLO



El invierno ha llegado al llamado de alguien
Y las miradas emigran hacia los calores conocidos
Esta noche el viento arrastra sus chales de viento
Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

Oíd crepitar el arcoiris mojado
Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

La amargura teme a las intemperies
Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso
Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

Seducciones de antesala en grado de aguardiente
Alejemos en seguida el coche de las nieves
Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

El salón se hincha con el vapor de las bocas
Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros petrificados

Los ojos están llenos de un líquido viajero
Y cada ojo tiene un perfume especial
El silencio es una planta que brota al interior
Si el corazón conserva su calefacción igual

Afuera se acerca el coche de las nieves 
Trayendo su termómetro de ultratumba
Y me adormezco con el ruido del piano lunar
Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar

Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas

Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente

Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

Simiente de sonido de campanas
Sobre los naufragios más lejanos
Calentad vuestros suspiros en los bolsillos
Que el cielo peina sus nubes antiguas
Siguiendo los gestos de nuestras manos

Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias
Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío
El cielo emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras heladas a medio camino
Ahora que el patriarca se ha dormido
La nieve se desliza se desliza
se desliza
Desde su barba pulida





Vicente Huidobro (Chile 1893 - 1948 )

viernes, 13 de enero de 2017

LOS NUEVE MONSTRUOS





Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.




César Vallejo (Santiago de Chuco,1892 - París,1938) de Poemas Humanos