PAUL FÉVAL HABLA
DE VILLA MARÍA
Normalmente este lugar es invisible para los ojos mortales y presenta una imagen diferente a los ojos de quienes consiguen verlo. Algunos hablan de una ciudad negra con calles y edificios como cualquier otra ciudad pero eternamente de luto, envuelta perpetuamente en niebla. Otros han visto inmensos anfiteatro cubiertos por cúpulas y minaretes más numerosos que los árboles de un bosque. Y otros han visto un circo de colosales proporciones bajo un eterno crepúsculo que no es día ni noche.
En este lugar viven en un extraño orden, los habitantes del mundo a quienes la ira de Dios ha expulsado de él. Los hijos de esas personas, medio demonios y medio fantasmas, vivos y muertos al mismo tiempo, son incapaces de reproducirse, pero tampoco pueden conseguir la paz de la muerte. Son criaturas grotescas, cuyas formas se deshacen en contorsiones imposibles, crecen y retroceden en mil variantes y posturas.
el telescopio de Nalé Roxlo
la pipa de Simenon
la botella de Faulkner
el saco de Molinari
los bichos de la Coca Sarli
el padre de Steve King, el padre de Dean Koontz
el padre de Mao Tsé Tung
si hay padre
habrá perros
y también
y también el temor al rayo
y a la sed
se
los voy a explicar mejor :
porque hay caballos y cisnes de oro pero
no hay perros de
oro
y sí, perros de
mármol al frente de la tumbas
y en las
estaciones de ferrocarril
y entre los
cerros del Loicatén
en la boca de dioses por las selvas de
Indonesia
yo lo vi
y eso no es nada
porque
sobre todo
contemplo
el inmóvil perro
del corazón
y como pedía
carne
carne
para no salir a
buscar por la boca y los brazos
no salir a la
sangre
tras las fuerzas
del orden
para no salir
porque ese perro
único e indiviso
soporta la tentadora
pulpa del amor
el sabido
esmalte de la proto-historia
desde los
chacales dorados
a la inopia
contemporánea
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