jueves, 6 de diciembre de 2012

leyendo el poema a la duración de Peter Handke



en un bar de la ruta
el diario local
en la vereda la gente
esperando sus colectivos

los ruidos de la máquina de café
un grillo es la mañana
y habrá insistido,acaso
desde el alba

la lluvia
el cielo inmóvil

Henri Bergson
toca el tiempo cierto
único
de la conciencia
de la intuición

el único problema
es el del tiempo
la única solución


las cosas enteramente insignificantes
mi bolso verde
mi casa
mi vida personal
la cartuchera llena de puntas para hendir
esta hojarasca,monólogo,vacío

(¿cómo suelo describirte mi imbecilidad
querida?)

entre comillas : eternamente

la lluvia,su reflejo arrastrado por
camiones serenos
con vacas,piedras
con pedazos del mundo
hacia Río Cuarto,el Cuyo,la nada

espero
lo poco que alcé sobre la tierra espera
el centro de la espera
es la duración

el resto sucede

alguien cruza la calle
otro sostiene un paraguas,firme

descripción
acumulación
torpeza

aquí
 tampoco estoy atento
tampoco duermo

esto
se escribe
cuando hay luz
cuando hay palabras
musicales
pesadas
cadenas del deseo
hoy
y muchas veces

no al vida y sus actos
ni el sentido de la representación

sino los tablones del viento
un gesto del hijo
(¿cómo te describía mi paternidad,queridas?)

 hallar un calvo
pedir una cerveza
allí,la duración,
ni lo oscuro
lo profundo
ni el sueño romántico
tus caricias,la lucha.

Peter Handke sabe cual es el centro
del mundo,
no su mundo
su poema
Austria,Villa María,el espíritu de los tiempos.

Distraído ,ajeno a la punta de los dedos
a la vacilación;

un ruido
una certeza libre de sí

vienen el mozo
pago
estoy despierto
profundamente sueño.


de Como una palabra que pudiste decir,Ediciones Radamanto,Villa María,1998.

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