no fui de esos que golpean las puertas de la eternidad
abran! abran!
soy yo
y el yelmo de Pericles
despacito
suavecito
fue comiendo el tiempo
el pan
la mesa
y acusaban a las multitudes
puliendo espejos tristes
tuve una razón
un día claro y breve y muy cercano
pero
no sufras
el libro permanece abierto
el trabajo es vivir
el deseo
un cisne.
Te quiero, Ale.
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