Preguntarse,cada tanto
Qué hacer
del viejo yo lírico,errático,estímulo,
al ir avecinándonos a la fase
de los silencios,la de no desear
ya doblegarnos animosamente
ante cada impresión que hierve,
y en fuerza de su hervir reclama
exaltación,su canto.
Cómo,para entonces,
persuadirlo a que reconozca
nuestra apatía,convertidas
en reminiscencias de oficios inútiles
sus constantes más intimas,sustitutivas
de la acción,sentimiento,la fe;
su desafío
a que conjuremos nuestras nadas
con signos sonoros que por los oídos andan
sin dueño,como rodando disponibles
y expectantes,
ignorantes
de sus pautas de significados,
de dónde obtenerlas:
y su persistencia, insaciable,
para adherírsenos,un yo
instalado en otro yo,vigilando
por encima de nuestro hombro
qué garabateamos;
y su prédica
de que mediante él hagamos
florecer tanta melodía cuanto gozosa
emulación de la única escritura
nunca rehecha por nadie,
la de Aquel
que escribió en la arena,ganada
por el viento,embrujante poesía
de lo eternamente indescifrable.
Preguntárnoslo,toda vez
que nos encerremos en la expresión
idiota del que no atina a consolarse
de la infructuosidad de la poesía
como vehículo de seducción,corrupción,
y cada vez
que se nos recuerde que el verdadero
hacedor de poemas
execra la poesía,
que el auténtico realizador
de cualquier cosa detesta esa cosa.
La incertidumbre como poema
No se conoce de poemas
descansando instalados en el triunfo,
la madurez,sazón pétrea.
Al realizarse,
paralelamente asisten a un mudar
de sus bríos,sutilezas,
irónicos contrastes,
y a negruras,olor
marchito de su variaciones del ánimo,
exuberancias,gravedades,ternuras,
gracias,ornamentos
un resquebrajarse
de la adecuación del sentido al sonido,
y aquellas tensiones
por las que el efecto de conjunto se adecua
al rotar de maneras,tonos y sellos privativos,
y a que el arrebato de ir poniendo
palabras en ejecución,enlazando
los giros y cláusula,estriba
en recibirlas por su sabor,
un gusto
como conocimiento y significación
de lo saboreado.
¡Estén atentos,
escribas potenciales
soñando que el romance con cada
poema que de sí desgranen se eternice,
prepárense más bien para verlos
invertidos,incesante inversión,
reconocerlos de tal modo
que allí donde elogiaron la vida
se leerá que la muerte es
la parte útil de la vida,
y donde ensalzaron la piedad
éstas será tenida por extravío,
y la credulidad por prudencia,
lo pésimo por bondad,
lo furibundo por sano!
El poema como inestable
Estado, o materia,que cuestiona
a través del poema,
¿vivimos
una vida que nos pertenece,
o nos vive ella,
dependientes
de qué y cómo ella
rasguea y tañe en nosotros?
Y entendiendo
que lo singular,casi nuestro
único medio de reconocernos,
queda en lo que transcurre
del nacer al crecer,ser
sanos y enfermos,morirnos,
¿no es vital,asimismo,
lo ilusorio de lo fijo,movernos
en seguimiento de lo fijo,el poema
como vehículo,cerrado y concluso,
para atesorar un presente
sin detrás ni más allá,
el poema,finjámosolo,
acosador de lo inapresable,
obseso registro
de cuándo se abre la rosa,
cuándo
cae pulverizada una estrella,
cuándo
la hierba que pisamos
vuelve a enderezarse?
De comprender esto
el hacedor de poemas lo es,deviene
un hacedor de poemas,
y en comprenderlo
apoya su afirmarse
por los poemas que hace,
y la vislumbre
de que si no fuera así sus cantos,
expresarían de el sólo lo discorde,
y ninguna unidad,ni siquiera mostrándolo como el gozoso,centelleante
predicado de sus cantos.
de Páginas de Alberto Girri seleccionadas por el autor,Editorial Celtia,Buenos Aires,1983.
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