a Enrique Blanchard
El hombre de chaqueta
verde
contó una historia
mientras me cortaba
el pelo
su hijo había ido a
otro país
y apenas si escribía
o hablaba
a ras del
Mediterráneo
quizá por eso
el peluquero
se detenía de pronto
mirando sin ver
su cara de nada en el
espejo
idéntica a su oficio
la historia era
anodina
una anécdota
doméstica acerca de la corrupción política…
Algo marchita, merced
a la luz
una foto familiar en
el viso del espejo
duraba tiempos
mejores
los rostros en la sala
de espera
patinaban sobre
revistas ilustradas : fútbol y
corazón de estrellas…
Sentí un vergonzante
rencor
por sus tijeras
que me contenían como
a un peligro
también por los
desprendimientos de su monólogo profesional
su barata oratorio
que recortaba
otra vez
el tiempo
es decir
estuvimos media hora
ausentes
en una forma tal
que no creí posible
en este mundo
al pagarle me sugirió
que apreciara los
matices del corte
mi cabeza es una bola
de billar
me agrada pensar que
parece
el cráneo del
emperador Flavio
siento que podría
sacármela y dejarla correr
besando todo
entonces
nos acercamos los dos
y nos contemplamos
no en nuestras
diferencias
sino en la melancolía
de los perdido
lo saludé mientras
recogía el abrigo intocado
enérgico, un
adolescente tomó el lugar y se puso a conversar
acerca de los astros
que mueren en Xilenius
en la calle
los tigres recorrían
las sombras
sentí que me ceñían
una corona invisible, helada
y era adorado por los
demonios.
de Notas de una biografía perdida,libro incluido en la
antología Desfile de Monstruos, Ediciones El Heresiarca & Cía.,
Rosario,1993
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