al comienzo buscaba despacito
de noche
mirando a los costados
pero
tranquilos
no hay nadie
cuando uno abre la puerta (o lo que sea)
siente el vapor de invernadero
el fondo de las grandes peceras
y una mariposa que golpea la psique
con caricias de ciego
así
desde los 13 voy
-creí que
me llevaban
pero no
algo que desconozco
en mí
va-
encuentro lo que
puedo
parece corazón
una piedrita
el agua
a veces
y se transforma
en palabras de ocasión
esta miseria.
Por eso
resulta inagotable
la noche convencida
el viento
hay más.
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