viernes, 10 de septiembre de 2010

Una carta breve a los poetas


Hacía muchos años (no sabría decir cuántos) que en torno de un tema cultural o poético, o de una cuestión de esa índole, no leía tantos artículos, substanciosos en su mayoría, tantos mensajes, ni observaba tanta irradiación de energías y tanta pasión. Así es, parece, cómo no pocos  poetas y escritores argentinos estamos viviendo o respirando estas horas, también nuestras, del bicentenario.

Y acerca de esos artículos es que quería dejarles mis palabras, ya que en medio del fragor de los intercambios pude vislumbrar una participación cada vez más extendida y convocante, con todos los matices del caso. También leí y releí a uno de sus autores, que hasta el momento no conocía –que firma Juan Arabia–, y que se refiere al Licenciado Monteleone deformando todas las veces su apellido. No creo que nos falten razones –por el contrario éstas rebasan las fuentes–, y aunque éstas nos faltaran, como para tener que caer en ese tipo de agravios, en primer lugar porque, en esta instancia, somos nosotros, los poetas y nuestra historia, los agraviados, y no los que agravian ni quieren agraviar.

Y porque mis mejores deseos, y los de no pocos poetas que brindan su aliento, siguen siendo precisamente que el Licenciado Monteleone se abra al conocimiento, recapacite y se disculpe por el ridículo y por el daño infligido a la poesía del país. Y, naturalmente, que la compañía hispana Alfaguara y/o el grupo editorial Santillana, hagan un público y sincero reconocimiento y retiren de catálogo y de librerías esa antología tan precaria y, a nuestra costosa historia, tan vergonzosa.

Con un abrazo para todos,

                                                                                 Eduardo Dalter


Buenos Aires, 10 de septiembre, 2010

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