domingo, 19 de septiembre de 2010

ROBERT LOWELL ( U.S.A , 1917-1977 )



LEYÉNDOME A MÍ MISMO


Como tantos otros, me envanecí lo justo y más aún,
al principio prendí cerillas que hicieron hervir mi sangre;
estudié de memoria las astucias que encendían el río -
no sé por qué jamás escribí cosa alguna a la que regresar.
Puedo pensar que ya acabé con las flores de cera
y que gané un lugar en las faldas menores del Parnaso...
No se hace una colmena sin una abeja
que junte cerco a cerco,celda a celda,
la cera y miel de un mausoleo -
esta redonda cúpula demuestra que está vivo quien la hizo;
el cuerpo del insecto pervive envuelto en miel,
ruega porque su obra perecedera viva
lo justo para ser profanada por el oso glotón -
Este es mi libro abierto...mi abierto ataúd.



ÓBITO


Nuestro amor no volverá en la rueda de la suerte
nos pilla al fin,aunque un hombre bien sepa lo que ansía:
dinero y coches viejos,plata no falseada de antes
de Lyndon sin cobre bajo el roce... esposas viejas;
yo podría vivir un tiempo muy largo, demasiado, con la mía.
Al final,todo hipocondríaco es profeta de sí mismo.
Antes de que llegue el último reposo,llega el reposo
de toda trascendencia de una forma de ser acallando
cualquier cambio.Yo voy a mi favor, conmigo en mi otredad,
en el regreso eterno de los hijos más claros de la tierra,
el lirio,la rosa,el sol en los ladrillos al ocaso,
el amado,el amante y su miedo a la vida,su fluir
inconquistado,su loca unicidad,el doloroso "Fue..."
Después de amarte tanto ¿te puedo yo olvidar
toda la eternidad y sin remedio?


de Por los muertos de la Unión y otros poemas, ediciones Cátedra,Madrid ,1990,versión de José Agustín Goytisolo y Amalia Rodríguez Monroy.

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