jueves, 29 de octubre de 2009

LUIS BENÍTEZ (BUENOS AIRES,1956)




QUÉ FÁCIL PERDONAR A LOS QUE AMAMOS


Qué fácil perdonar a los que amamos,
en su estandarte vemos la gloria misma
de nuestro rostro al óleo,colgado de un perdón
en el retrato.Qué fácil la indecisión romana,
el dedo arriba respecto de nuestras mismas costas,
qué fácil es pagar la culpa si el arca nuestra
entera en el perdón se salva del tributo.
Porque es nuestro ese afán,
el error que corre como un loco entre los pinos
a nuestra casa misma alerta y nos encuentra
atentos al leño que arde a nuestros pies,benévolo
el carácter,extendida la mano,solícita la espera.
Si se extendiera el perdón como una esfera,
englobando a todos en su gesto,
si comprendiera uno en su centro
cuánto de eso nuestro se esconde allí en lo ajeno,
si fuera el otro sutil la gran manera
de ver mi mano extendida en sus tendones...
Si fuera como es y no parece,
así como es fácil perdonar a los que amamos,
en lo malvado y réprobo surgiría el mismo rostro,
el rostro más temido,lo más odiado
traicionaría el fondo ardiente
de lo igual y roto el límite de lo que amamos,
el cerco pisoteado por lo idiota que es santo,
humano al fin sería el mundo
y entera es mi entrega a esa manera.



EL RESPLANDOR



En un día, envejeció dos años.
En una semana diez.
De pronto contempló viejos sus dedos
aferrados a una carta que parecía,
como él,ya antigua,
aunque su fecha era la de un diario
que apenas,todavía en su mesa
consumía incipiente el amarillo.
Al releerla descifraba en cada oportunidad
nuevos significados :
se empecinaba en encontrarlos,
incesantemente pugnaba por colocar
remiendos de interpretaciones favorables
sobre la dura,explícita afirmación del papel.
La única.
Entonces se acurrucaba sobre la evidencia
pidiéndole todavía algún abrigo
y,derrotado,luego se entregaba a lo negro del día.
Había malignidades que veía brotar aquí y allá:
desconfiaba de todos,creía ver evidentes
todas las malas intenciones que,ciertamente,
guardan los hombres en su corazones.
El día siguiente
era el ejemplo mismo de lo siniestro.
Bebía sordamente en la oscuridad del mediodía
y maldecía al tiempo y a la especie
que los engendrara a ambos.
Estúpidos su zapatos,estúpidas las calles,
estúpida su dirección y estúpido su apellido,
la luna estúpida en un azul idiota
sobre la tierra negra y extendida.
Nada significaba nada sobre el mundo,
donde sólo su carta era.
Luego,un día,al recibir un llamado telefónico,
debió afectar una voz tranquila para no traicionarse
al oír reconsideraciones,insinuaciones,
un ruego escondido que muy fácil y muy claro
le resultó escuchar y la promesa de enviarle
otra carta muy distinta de aquella
que nunca debió llegar.Serenamente
colgó,dando por salvado su universo
y aún más allá,la suma de las cosas.
Al abrir la ventana,el verde
había vuelto a los árboles
en su mayor intensidad,
brillaba la calle como antes,
nuevamente escuchó la voz de los hombres,
el ladrido de un perro lisiado le alegró,
era eufórico el futuro y salvado
el pasado,más presente cuanto
había de presente a su alrededor.
Joven de nuevo por el nimio acto
de un ánimo en eterno remordimiento
(aunque lo sabía,de modo alguno le importaba,
en absoluto) extendió la mano
y tocó en el aire El Resplandor.
Era lo único que le interesaba ver
y nada le importaba,en lo más mínimo,
el ofrecido conocimiento de otros mundos.



EN EL BALNEARIO



Demoré cuarenta años en llegar al Pacífico.
Durante esa travesía hacia el poniente,
hacia estas aguas que eligen
como espuma llegar hasta el planeta,
abrí puertas que daban a insólitas escenas,
donde a veces alguien gritaba y otras
todo el teatro se quedaba en silencio.
Fueron centenares de habitaciones las que crucé
ante de llegar ante el Pacífico.
Conocí el pánico de vivir
y la fobia de morir,
dos hermanos gemelos.
Aprecié millones de gestos,muecas,rictus.
Oí en los vecindarios amalgamas de risas,
sollozos y lamentaciones,y muchas más
quedaron en ese cielo ajeno
al que se le da la espalda.
Estoy ante el sitio que dio nombre al azul,
frente al lugar donde el pesado color
se mece entre dos tierras.
Estoy inmóvil al borde mismo
como la piedra que una mano arroja
para que otra mano,invisible,la detenga.
Como aquel que sale a las euforias del sol
de las complejidades de un mundo subterráneo,
sombra sólo él bajo el extenso mediodía.
Porque también soy ese hombre.
El que,en un paisaje de espejos,
es devuelto a su única imagen
por el reflejo de las olas,
apra vivir -entonces y nunca antes-
el instante en donde todo acaba y se termina:
es el rompecabezas,que se arma.
El sol,el poco pasto,el aire que también es azul
y las exactas manchas del negro de las rocas
están finalmente en su lugar.
Este el sitio donde se sabe
que levantar un puñado del volátil suelo
es arañar el vaso del reloj de arena.
Donde se interpreta que esas rápidas
construcciones de agua,
esos vertiginosos lazos de plata que suben
y pronto en lo muy hondo se sumergen,
son el mar que piensa
y que esas oscuras aves
-que repentinamente allá se elevan-
son sus mejores ideas,
esas que se marchan para siempre.
Estoy ante el Pacífico
como el hombre ante el fuego.


del libro,La tarde del elefante y otros poemas,Instituto Cultural de Aguascalientes & Azafrán y Cinabrio ediciones. México .2008

domingo, 11 de octubre de 2009

La Impropiedad


Mi poesía como algo robado por ahí .Mi poesía crecida entre la nieve y la decepción.

Como una broma privada, un pasatiempo de tinieblas.

O, al fin, grandes noticias de la nada.

La poesía, no sabe de mi, a veces, tropezamos en los pasillos del público lector y me pregunta por ese que nunca quise ser, y soy, seré.

Con groserías de rentista alguna poesía (y su gusano) aspira a la burguesía nacional de la palabra.

Hasta los 18 fui la virgen del luto de mi madre, en su manto, anoté el Pentateuco del fantasma (de los 6 a los 12 aprendí poesía en escuelas dominicales, Lutero o la ira de dios me recordaban que, de la abundancia del corazón, habla la boca).

Hasta los 28 creí que la poesía venía del espacio exterior.

Después, publiqué fuego fatuo, iluminaba los faisanes, encendía a los niños, asustaba a las profesoras, mataba los...; al fin no quedó nadie, o sea, quedé yo con un espejo de mano (que lindo libro -decían los distraídos -prestámelo).

A los 36, recibí la coronación del malentendido, en la llanura, mis versos ya parecían un comienzo de hormiguero, ahora, cerca de los 50, firmo letras de cambio con el endoso de la sombra.

Devorar la Biblia, Spinetta, Henry Miller, Nietzche, Cioran, Goethe, Rimbaud, los beatniks, Molinari, Mastronardi, Bayley; no evitó que, a un cielo muerto gritara mi padre su sermón aciago. (Marco Aurelio, Séneca, Epicteto después, para vivir)

Pasó el amor, pasó la patria, pasó el que prometía y, ahora mismo, paso yo cubriéndome el rostro ante la luz más alta.


Mi poesía como una servidumbre de la poesía...
la poesía llega a su casa y pide la noche o todo el pasto.

Sobre las banalidades de la época, acordarán en cuanto a que, lo único sagrado, es el sangrado del silencio.

Fui invitado a la autopsia de un crítico , su corazón surgía como un trapo de cocina, si usted viera el sistema nervioso de los periodistas culturales...me comentó esa noche, el anátomo –patólogo, bajo las azules lamparitas de la morgue académica.

¿Qué decir sin resultar enfático o barato? a la poesía le hacen mal estas oportunidades del mercado, ella es la araña en el palacio, o sea, si no tenemos una mosca gorda, es mejor lustrar las escaleras...

Ahora, cumplo esta patética tarea, mentir para agradar; poesía, rosa labrada en la primera desesperación; poeta, asma del lobo y, en cuanto al poema,¿ no se preguntaba César Fernández Moreno, de qué sirve un papel bajo la lluvia?


Acaso, tenga la paciencia que hubiera necesitado a los 13, el rigor que me hubiera enriquecido a los 30, pero, el tiempo, decían, quita la medida de todas las cosas.


Valientes, gratis, en mérito del eco de la ecolalia afirman: la poesía es comentario, una interpretación, poesía tu corazón ,la poesía depende del mundo que contempló, es una traducción, una evasión, una epifanía, es un libro, un mistagogo leyendo en voz alta un himno roto, una intuición y otra intelección


Los que vivieron para la poesía, los que pretendieron vivir de la poesía.


¿A qué familia del dolor pertenecemos?


Leer, escribir, repetir, hasta el día en que uno despierta, aturdido, entre los pupilos del infierno.

Aprendí que la poesía....


Algunos poetas confían en el tiempo, otros en la mala salud de sus amigos y los mejores poseen la ganzúa de una casa en la arena...


Para mi, ser poeta es prosperar la confusión, cierto de que, en realidad, nada importa salvo ese jarrito de súplicas en la mesa del ogro...

A la poesía le di mi corazón.
Mi bolsillo.
Mi vigor.
El agua que pude acertar en un cerebro desierto.


Y ella apareció como un deseo del silencio grande, como un pajarito en las manos de dios y me entusiasmé y lo hago ahora, todavía.


A veces soy casi una palabra nueva en los balcones, entonces ladro mi canción amable y recibo el salario del intruso, y otras veces –muchas, diré-permanezco en el rincón helado sonriendo, con pudor, a los pedantes del honor estético.


Pero la poesía sucede, pide un traje, pastar junto al Cordero y balbucear sola de sí, oscura y necesaria.



Texto leído en la Feria del Libro Córdoba-Septiembre 2002 –También en las Jornadas de la Escuela de Letras de la UNC, 2002.
Publicado en la revista Confines de la mirada, U. N .C ,2003.
Publicado en la revista Juglaría –Artes y Letras-Venado Tuerto-Provincia de Santa Fe, 2004

sábado, 10 de octubre de 2009

¿Qué te parece importante?




Cuando estallaron las Gemelas

estaba con mi hijo
en la peluquería del barrio
el viejo tenía una radio a transistor
y hablaba sin parar

en un momento dijo

parece que un avioneta
chocó contra un edificio en Norteamérica

no veía la hora que terminara
de pelarme
mi hijo me miraba con interés
como miran los hijos
a esa edad

cuando dieron el golpe del ‘76
estaba colado en una pensión

la vez que estuve más cerca de la muerte
fue cuando me resbalé cruzando una avenida
la rueda del bondi
me tironeó el pelo
levanté los ojos
y en la vereda de enfrente
una vieja se tapaba la cara
y gritaba

cuando armstrong montó la luna
discutía sobre filatelia en un quiosco del pueblo

por la tele
Isabel avisa que murió Perón
comía tallarines en una fonda
cerca de la Terminal
mi hermano dijo
mirá la yegua

calláte flaco chisté
que ahora va a llorar el pueblo

y ahí nomás me fui

había gente en las esquinas
como esperando la explicación de dios

a ezeiza no llegué
y eso que pasaban los trenes por la villa
de fiesta
querido, de fiesta
al otro día
dormí hasta tarde

cuando pasó el vendaval
a 140 por hora
paseaba con mi esposa en el centro
comprando macetas

¿Adónde estuviste vos
cuando todo se arruinó un poco más?

¿Por qué decís que ése es arrogante
y aquel se hace el misterioso?

durante Malvinas
viajaba tres veces por semana a buenos aires
vendía chafalonías de oro
las banderitas flotaban
los embanderados

oro
oro

cuando cayó de la rúa
¿de dónde?
miraba tele con mi hijo

los caballos empujando a las Madres
los garrotazos

viste hijito
esa es la patria

¿Por qué no perdonás mi distracción de tu importancia?

¿Adónde estabas cuando se murió
todo lo amable
y abrazaba el enemigo?

¿Crees que soy una mujercita?

¿Uno de esos
que hablan solos
en los bares?

o crees que la gente
debería ser

aparecidos tuyos

¿Con vida los querés?


¿No te enteraste de la revolución cubana
por los folletos de
la Alianza para el Progreso
que distribuían por la Rural
en los ’60?

O tampoco recordás
qué viento te llevó
tan lejos de todo
tan cerca de lo insignificante

definí que entendés por la palabra

YO

que sentís al decir

mi vida

en mi vida

la vida

Hasta cuando vas a perseguir a los demás
¿por qué atesorás
secretos y misterios
como una vieja cursi?

¿No hablás con los muertos?

¿No tropezás con la urdimbre de lo real?

Ayer
¿no te partieron la cara
como a todos?

¿Qué te parece misterioso

despertarte

odiar?

¿Qué sos?

¿Una lechuza?

¿La voz que clama en los desiertos?

¿Hasta cuando pisarás la sombra
de la sombra?



de,Videla,ediciones recovecos,cba,2009

lunes, 5 de octubre de 2009

RAÚL HENAO (COLOMBIA,1944)






El apagón


para Carlos Bedoya


Los rojos sanjoaquines florecían
A mi paso

Arriba las nubes,blancas
Paredes
De mil pies de altura
Por las que me veía volar tosiendo
Como un aeroplano.

En cambio,parecía que la gente a mi lado
pataleaba sobre la cabeza de un calvo

Ponían mi emisora favorita

Y me encontré silbando las letras
de una canción.

Al oído de la encopetada dama
Que tomaba el té en mi compañía.

Fue entonces cuando corrió el rumor
De los apagones

Desde el salón miraba la negrura
de la calle cubierta de gigantescas
Hojas de periódico

Alguien trepaba sobre mis espaldas
y sobre las espaldas
del que se trepaba a mis espaldas

El último en subir prendió una cerilla

-Usted se fumó el sol-
Me gritó desde las alturas.




Reconocimiento de la noche



¡Canto del gallo!
Vigía infernal
anuncia la mitad
Iluminada de la vida.

¡Canto del gallo
En la madrugada!
Aunque amo el sol
Mi alegría es loca
Como la noche.



El verano



Veo la mano de fuego aparecer
en el oscuro lago del parque

Recostado al herrumbrosos
muro de cal
Un hombre de humo
me hace señales indescifrables

Escucho las piedras
del vergel
murmurando por el camino
la tarde de verano

Un relámpago restalla
sobre un espantado palomar

¡La risa se fríe en mi rostro!


de Sol Negro,Editorial Unicornio,Medellín,Colombia,1985