domingo, 27 de abril de 2014

El asesinato de mi hermana Sissi







sangre que vuelve no es ceniza

río inverso

otro mar

no.



y así flotaban máscaras unidas por pesadas cadenas

destrozando lo tierno



estaba destinada Sissi

a ser asesinada a lo largo de toda su vida (1)






lo interesante de este crimen es su inicio en

la más temprana infancia

lo temulento del ser



nació expósita

(contaba diez meses

y murió mi padre)



desdén

indiferencia

burlas

fueron caricias maternas

esa vieja torpe la hirvió

para el después

en el raigón purísimo de quién

creció rengo

el después de la conjura criminal

en al agujereado tapiz femenino

(madre, tía, abuela, hermana : una pepona macabra

amasada con trivialidad y envidias)



vida que comenzó en orfandad y terminó

rodeada por los monstruos que engendró



la asesinaron con desprecio

la asesinaron con silencio



(y nadie leerá en estas palabras

algo tan cierto

como el amor a un cielo)



ay hermana!!!

entre esas maledicencias y secretos



tu ictericia

tu hiel

única respuesta



ay hermana!!!!

tarde

tarde

pudiste

quisiste

y entonces

la sirena imperial de todo cáncer



ya te vas?

me preguntaste la última vez

desde ese país

de morfina

 que no pudo fundarte (me fui lejos, dijiste )



asesinaron a mi hermana Sissi


infectándola de un dolor tan gratuito

que no puede reconocerse



quien fue cuidado

esperado

 traído bajo el plumón de Otro

no puede comprenderlo

no puede aceptarlo



la función del testimonio (según W. Benjamin) deviene

para mí

en algo religioso 



qué alto tribunal

contará la sangre?



Te nombro

constante



la espuma de tu sacrificio

gira lentamente

en mis huesos.







(1)Isabel Amalia Eugenia Duquesa en Baviera

Más conocida como Sissi, fue emperatriz de Austria …Mientras paseaba por el Lago Leman con una de sus damas de compañía,  fue atacada por un anarquista italiano, que fingió tropezarse con ellas, aprovechando el desconcierto para deslizar un fino estilete en el corazón de la emperatriz. Al principio, Isabel no fue consciente de lo que había sucedido. Solamente al subir al barco que las estaba esperando comenzó a sentirse mal y a marearse. Cuando se desvaneció, su dama de compañía avisó al capitán del barco de la identidad de la dama y regresaron al puerto. Ella misma desabrochó el vestido de la emperatriz para que respirara mejor y, al hacerlo, vio una pequeña mancha de sangre sobre el pecho, causada por el estilete, que había provocado una mínima pérdida de sangre sobre el miocardio, suficiente para causar la muerte.



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