un ángel enfría su mano
sobre la frente del atardecer
entonces
resulta dulce soportar
la herida que abrieron los susurros
junto al estío
y su fiebre alumbrada
la canción del alma cae
adonde somos
- quietos en el tránsito por un césped vacío -
la breve sombra de una rama muerta.
de Dormida,muerta o hechizada, Ediciones Radamanto, Villa María,1993
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