sábado, 11 de abril de 2009

LAUTRÉAMONT (1846-18709



LOS CANTOS DE MALDOROR (fragmento del Canto Primero)



He visto,durante toda mi vida,a los hombres de estrechos hombros,sin exceptuar uno solo,cometer actos estúpidos y numerosos,embrutecer a sus semejantes y pervertir las almas por todos los medios.Llamen gloria a los motivos de sus acciones.Viendo tales espectáculos quise reír como los demás;pero eso,extraña imitación,era imposible.Tomé una navaja cuya hoja tenía un filo acerado y me abrí las carnes en los lugares donde se unen los labios.Por un instante creí alcanzado mi objetivo.Miré en un espejo esa boca lacerada por mi propia voluntad.¡Era un error!La sangre que corría en abundancia de ambas heridas impedía,además,distinguir si aquella era en realidad la risa de los demás.Pero,tras unos momentos de comparación,vi que mi risa no se parecía a la de los humanos;es decir,que no me reía.He visto a los hombres de fea cabeza y horribles ojos hundidos en las oscura órbitas,superar la dureza de las rocas,la rigidez del acero fundido,la crueldad del tiburón,la insolencia de la juventud,el insensato furor de los criminales,las traiciones del hipócrita,a los más extraordinarios comediantes,la fortaleza de carácter de los curas y a los seres más ocultos para el exterior,los más fríos de los mundos y del cielo;fatigar a los moralistas hasta descubrir su corazón y hacer que caiga sobre ellos la cólera implacable de las alturas.Les he visto,todos a una,dirigiendo unas veces al cielo el más robusto puño,como el de un niño perverso ya contra su madre,excitados probablemente por algún espíritu infernal,con los ojos llenos de un remordimiento urente y rencoroso al mismo tiempo,en un silencio glacial,sin osar emitir las vastas e ingratas meditaciones que su seno albergaba,tan llenas de injusticia y horror estaban,y entristecer así de compasión al Dios de misericordia;otras,en todo instante del día,desde el comienzo de la infancia hasta el fin de la vejez,esparciendo increíbles anatemas,sin sentido común alguno,contra todo cuanto respira,contra sí mismo y contra la Providencia,prostituir a las mujeres y los niños y deshonrar,así,las partes de los cuerpos consagradas al pudor.Entonces,los mares levantan su aguas,engullen los maderos en sus abismos;los huracanes,los terremotos derriban las casas;la peste,las diversas enfermedades diezman las rezadoras familias.Pero los hombre no lo advierten.
Les he visto,también,ruborizándose,palideciendo de vergüenza por su conducta en esta tierra;raras veces.Tempestades,hermanas de los huracanes;azulado firmamento cuya fuerza no admito;hipócrita mar,imagen de mi corazón;tierra de misterioso seno;habitante de las esferas;universo entero;Dios que lo creaste con magnificencia a ti te invoco:¡muéstrame un hombre que sea bueno!...Pero que tu gracia multiplique mis fuerzas naturales;pues ante el espectáculo de semejante monstruo puedo morir de asombro;por menos se ha muerto.

de,Los cantos de Maldoror, Ediciones Cátedra,Madrid,1995-Versión de Manuel Serrat Crespo

No hay comentarios:

Publicar un comentario