“Y yo sé que en mí,
esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí,
pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado
que mora en mí. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”.Romanos
7 18-20
y si
tras el anhelo
los rugidos de la
mortificación
levantáramos una piedra y
halláramos días felices arracimados en el encanto que
miraran
por fin
un sol unas palabras
entonces
el orangután que vive dentro
de mí
esos pájaros a través a
través
sabrían en qué lado
salta el ángel
y en cual
la turbia multa
de existir.
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