jueves, 9 de abril de 2009

GEORG TRAKL (1887-1914)



A LOS QUE ENMUDECIERON


Oh locura de la gran ciudad cuando al anochecer
junto a un negro muro miran atónitos árboles
contrahechos,
con máscara de plata observa el espíritu maligno,
la luz con su magnético látigo expulsa a la pétrea
noche.
Oh el repicar sumergido de las campanas vesperales.

Entre helados estremecimientos una ramera da a luz
un niño muerto.
Violentamente azota la ira de Dios la frente del
poseso,
peste purpúrea,hambre que despedaza ojos verdes.
Oh la espantosa carcajada del oro.

Pero en sombría caverna sangra tranquila una
humanidad muda
y construye con duros metales la cabeza redentora.



LA CANCIÓN NOCTURNA


El hálito de lo inmutable.Un rostro de animal
se petrifica ante lo azul,ante lo santo.
Majestuoso es el silencio en la piedra.

La máscara de un ave nocturna.Tres dulces
sones
se desvanecen unidos. ¡Elai!,tu rostro
se inclina mudo sobre azuladas aguas.

¡Oh vosotros,espejos tranquilos de la verdad!
En la sien de marfil del solitario
aparece un destello de ángeles caídos.

de,Poemas,traducción Aldo Pellegrini.Ediciones Corregidor.Buenos Aires.1972

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